jueves, 20 de noviembre de 2014

Cucurrucucú

Cuando conocí a Chuno, venía con una compañera y se llamaba Paloma. Su auto del 78 que lo acompañó por los últimos 2 años en su viaje por América. Celos? Un poco. Que la paloma tiene carácter, que nunca te deja tirado, que hay que hacerle cariño porque lo siente, que es de fierro, que mírala si no es linda...

No me subí a la Paloma hasta dentro de un año más o menos y mientras más tiempo pasaba cerca más me creía eso de la personalidad del auto blanco ese al que todos llamaban por su nombre.

Cuando estábamos en San Luis Potosí apuntando a Real de Catorce venía escuchando hace un tiempo que aunque pasara lo que pasara la paloma jamás se paraba porque sí, así que cuando escuché un ruido extraño en medio de la ruta pensé que estaba todo bajo control hasta que finalmente nos quedamos parados porque sí, lo que se tradujo en una pérdida de aceite porque el retén estaba roto. Se puede arreglar? le preguntamos al mecánico. Sí, haremos todo lo que sea posible. Después de una hora y fracción, estábamos ya encarando Real de 14 con el problema medio solucionado. Había que rellenarla de aceite cada tanto porque de todas formas perdía a menos que mandáramos a traer la pieza desde Argentina. Anduvimos bastante hasta toparnos de frente con el letrero que decía "Real de Catorce" imagino que hasta celebramos ese momento, no estoy segura, pero como mínimo sonreímos y sacamos unas fotos, aunque todavía nos quedaba un tramo de 30 km de adoquín montaña arriba en medio del desierto para llegar a la ciudad en sí... Cuando íbamos más o menos en el km 11, la Paloma no quiso andar más, pero por alguna magia del destino (según chuno porque es la Paloma y nada más que la paloma) nos quedamos parados justo afuera del -que nos enteraríamos más tarde- único mecánico en ese trayecto de 30km de desierto. La Paloma ya tenía un espacio de mi corazón ganado.

El viaje siguió sin problemas, levantándonos todos los días tipo 9-10 de la mañana, tranquilísimos y avanzando 8 hrs diarias más o menos para llegar al norte de California, donde nos encontraríamos con nuestros amigos. 

Un día porque se alinearon los planetas, logramos salir antes de las 6 de la mañana. Hicimos una parada en una gasolinera a buscar un café para nuestro último día de ruta californiana y cuando el reloj marcó 6 de la mañana y chuno encendió el auto para seguir, escuchamos a la Paloma agonizar. 

El resto es historia larga pero para resumir... terminamos durmiendo los siguientes 4 días en la casa del mecánico que apareció seis horas más tarde en la gasolinera, tratando de solucionar el problema. Cuando vi que a la paloma le sacaban los ojos para ensartar un par de fierros y remolcarla yo ya sufría, por mí y por ella y le hacía cariño y le pedía perdón y compasión. No solucionaba nada. La paloma no quería mover una rueda. No había trago ni medicina que le viniera bien, se rehusaba a llevarnos un kilómetro más.

Yo ya buscaba soluciones alternativas y cuando estaba a punto de comprar un pasaje en bus, llegó chuno a avisarme que esta vez era cierto, que después del 5to intento y el 4to día de armar y desarmar la mochila ya no se apagaba más. Después de un trasplante de hígado, transfusión de sangre y un par de pichicatas, la paloma seguía su viaje por América. Yo no creía nada y por las primeras 7 horas de ruta no hice un ruido, sólo la acariciaba y casi no respiraba, porque no quería que supiera que yo estaba ahí, o sí, quería que supiera que estaba ahí para apoyarla en este difícil momento (todavía mi cabeza me decía que era un auto, pero yo la sentía cada vez más humana) 7 horas de mantener la respiración lo más que podía y no emitir juicio alguno que la involucrara, mientras Chuno por su parte le sobaba la panza y le tiraba piropos a ver si aceptaba llevarnos a destino. Fueron más o menos 12 hrs de ruta, que se hicieron eternas;12 hrs en las cuales cada media hora le di las gracias a un auto por ser tan bueno con nosotros. Al mismo auto que un mes más tarde cuando Chuno me explicó que había decidido venderlo como chatarra, defendí a muerte con Nati haciendo un video que se viera lo más melancólico posible para lograr ablandar el corazón de su dueño que decía: "Es un auto, si me voy a Argentina consigo el mismo en 3 segundos y hasta del mismo color" pero para mí ya no, ya no era un simple auto. Hace un tiempo que había pasado a ser La Paloma, o La Palo, para los más cercanos.

No hay comentarios: