jueves, 20 de noviembre de 2014

Aprendiendo a abrazar

Aprendiendo a abrazar


Hace 10 años no sabía abrazar.
Cuando entré a la sala de clases de mi colegio nuevo en Copiapó me hice 2 super amigos que conservo hasta hoy. Uno de ellos me prometió que cuando terminara el año iba a lograr que le diera un abrazo.
La sola sensasión de abrazar a alguien me provocaba un rechazo que no les puedo explicar, no me salía. Lo intenté varias veces y nada, pero la Romi me lo prometió, al menos, me dijo, a mí me vas a dar un abrazo como corresponde; eso hace 10 años.
Ahora que viajo los abrazos son obligados. En una semana tengo que despedirme de 8 personas como mínimo, conocer nuevas y despedirme nuevamente. En esos ires y venires me doy cuenta que mis abrazos son sinceros, más relajados que antes y que hay gente que le cuesta un poco más que a mí.
Las cosas cambiaron un poco. Ahora cada vez que me voy de Chile con la Romi nos abrazamos fuerte, casi siempre en el aeropuerto. Ya casi es un ritual que tenemos de vernos el día que me voy y despedirnos deseándonos lo mejor y que nos veremos el próximo año. Con un abrazo grande. No sé qué pensará ella de mis abrazos, pero si lo comparo con el primero que le di hace 3 años cuando me fui por primera vez estoy segura que mejoré bastante. Eso se lo dejo a su criterio. (cruzo los dedos porque me apruebe la asignatura).
Es difícil, porque a pesar de que en mi familia nos queremos muchísimo y nos creemos la familia más linda, nunca nos abrazamos. Los abrazos los traducimos en bromas, platos de comida y viajes que hacemos juntos. No hay abrazos, no los necesitamos, pero hay gente que sí, así como hay gente en Nepal que no te da la mano para no compartirte alguna energía negativa que puedan tener, hay gente en Chile que lo hace justamente para llenarte de sus mejores deseos con un apretón de espalda. Yo cada vez los disfruto más y ahora cuando mando un correo puedo decir sinceramente "te mando un abrazo" porque sé que los puedo dar en directo y no sólo virtualmente.
Los amigos te enseñan cosas siempre y la vida también, pero me pregunto cuánto tiempo más me habría tardado si la Romi no hubiese interferido con su "te voy a enseñar a abrazar" 10 años atrás.

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