martes, 24 de julio de 2007

…Y desperté.... sola, con una ventana a mi alrededor en la que se asomaban unas ramas que se distinguían de color rojizo....
Fue un día frío, salí de mi casa dispuesta a enfrentarlo, medio desabrigada, no como de costumbre, fue un día raro, lo sentía así, sin embargo quise. En el camino vi cosas extrañas; algo inusuales que me llamaron la atención, y sin querer fui parte de ellas.
Iba a cruzar la calle y vi pasar a un hombre muy extraño, al que le gritaron algo aún más extraño, que no supe definir. Se acercaba a mí, no sabía con qué intención, pero ahí venía, cada vez más rápido, sólo logré ver su rostro dos segundos, tenía un cara de espanto horrible, una cara de asombro… un segundo antes de chocarme, dio vueltas y se fue, quien le grito… corrió tras él.
El resto no vale la pena.
Golpeé la puerta y ahí estaba ella, solitaria, como siempre, feliz de estarlo, meciéndose, con una típica escena de señora de edad como lo hacen todas, no quise molestarla, se veía feliz, a pesar de la decrepitud de sus ojos, yo sabía que estaba contenta, siempre lo estaba.
Me dirigí a la pieza donde acostumbraba a estar, pero no lo encontré, algo me iba a pasar, lo sospechaba, desde que salí de mi casa lo sentí así. En fin, no lo encontré. Donde podía estar? Quizás molestando a alguien….
No pude hacer nada, sólo caer a mi cama, fue cosa de segundos. El susto fue tremendo.
Salí nuevamente, ahora de la casa de mi abuela a la que salude sólo porque tropecé con el limpia pies. En otro caso no me hubiese visto; como es su costumbre.
Iba dispuesta, debía encontrarlo, no me gustaba q jugasen con esas cosas. Sentía que nadie tiene derecho a burlar a nadie. Más aún si es alguien querido. Recuerdo cuando asusto a mi abuela con su gato, la pobre quedo casi muerta con la idea de que su gato se estaba convirtiendo en un ser más fuerte, que rugía; ya no maullaba, al que lo rodeaba una melena de tres metros. ¿Qué pasó? Ella confiada se dirigió a la pieza, miro bajo la cama y sólo vio una mano que la agarró y la desmayo del susto. Yo estaba ahí me sentí pésimo por ser parte de aquel juego. Con el que ni siquiera estaba de acuerdo, ¡no me gustaba!
Entré luego a un museo, dispuesta nuevamente. Suponía encontrarlo ahí ahora, acostumbra de vez en cuando a rondarlo, le gusta ver cuadros, los más llamativos sobre todo, a los que pone nombre sin sentido. Sólo entré… Ahí vi. Era una familia, normal, con un integrante algo inusual, postrado en una silla de ruedas. Comenzó a gritar, nadie entendía por qué. Pero él si lo entendió, apareció de la nada a ayudar, nunca lo había visto así, sentí q unió fuerzas y sacó otras de algún lugar. Su dedo estaba atrapado en una rueda, fijé mis ojos en aquella escena, más por mi primo que intentaba todo por ayudar, para mí no era común verlo prestando atención… siempre molestando, no había otra cosa que hiciera, sólo molestar. Me equivocaba, ahora veía un hombre… ayudando a solucionar un problema, no menor, porque tomó bastante tiempo he implicaba el dedo del minusválido, logro sacarlo, sin problema.
Todo pasó como si nada, nadie volvió a hablar del tema, lo dejaron pasar o se hicieron los desinteresados, porque realmente era un tema para comentar. Me acerqué a mi primo para saber si necesitaba ayuda, me invitó una taza de café, la que acepte por respeto… y curiosidad, quería saber qué era lo q paso y comentarle también lo heroico que me pareció su acto.
Llegamos a un café, algo raro su nombre, no lo recuerdo. Nos sentamos en la primera silla que vimos y esperamos que nos atendieran, ahí estuvimos cinco minutos tal vez esperando, mientras tanto, le comentaba lo que me pareció su escena, le comenté que lo debía hacer mas seguido, y no dedicarse a perder el tiempo con bromas, con las que la gente sufría. Estuvimos quizás tres horas; cinco cafés q disfrute muchísimo, acompañados de una grata conversa. Ya nos debíamos ir, me debía ir, tenia un horario que cumplir.
-gracias, fue un gusto saber que hay cosas que te son más importantes ahora
-gracias a ti primita que lo notaste….
Saqué la llave de mi bolsillo y abrí la puerta, fui directo a mi pieza, me tire en la cama; pero al rato escuché un ruido en el clóset. Tan ingenua y curiosa como siempre lo abrí; encontrándome con algo que me dejo caer en la cama del susto.

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